Me hubiera gustado tener un manual para enfrentarme a la vida, pero con el tiempo me he dado cuenta de que tienes que tener experiencias para aprender a vivir. Es verdad que a veces las cosas no salen como queremos y llega una época en la que debemos de ser fuertes y seguir insistiendo. A veces, siento que no voy a poder con todo y tengo ganas de tirar la toalla; entonces me paro y pienso esas pequeñas cosas cotidianas que me suavizan un poquito el día y que me dan fuerzas para seguir adelante: una sonrisa a tiempo, esa canción que suena en la radio llena de recuerdos, reírme sin parar con una amiga o un mensaje de alguien inesperado.
¿Por qué cuento esto? Quiero recordaros que si afrontamos la vida con optimismo y entre todos nos ayudamos, podemos darle la vuelta a cada momento de tensión, fatiga o agobio y ser cada día un poquito más felices. Escribo esto para intentar suavizar los momentos en los que nos sentimos tan desmotivados que nos creemos incapaces de seguir intentándolo; por ello, envío esta vitamina en forma de mensaje positivo. Será que de esta forma me siento mejor contigo misma y pienso que con esfuerzo, constancia e ilusión, podemos conseguir todo lo que nos propongamos.
'EL LÍMITE, TE LO PONES TÚ.'
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