Ya no sé qué hacer, pensar o sentir, es extraño pero a la vez excitante. Cuando estás delante, no puedo parar de desnudarte con la mirada, sabiendo que lo prohibido es tentador. Son demasiadas sensaciones y pensamientos los que revolotean por mi cabeza y no sé si no soy capaz de ordenarlos o realmente no quiero hacerlo. Me miras, tiemblo y me sonrojo hasta tal punto de dudar si soy yo, eres tú o es la fusión. Es inefable, inexplicable e incoherente lo que las miradas hablan sin pronunciar palabra. Me encanta la curva de tu boca, porque parece el camino al paraíso, aunque lo que deseo es quedarme en el arcén de tus labios. En prudencia indiscreta observo tu sonrisa y me doy cuenta de cómo ansío encontrar en ella mi universo paralelo. Te pienso y el olor de tu cuello, que pide a gritos que lo devore, me seduce y me demuestra que no hay nadie como tú. Cuando me sonreís, se alinean los planetas, mi pecho se vuelve intenso y todo es perfecto. Hasta la lluvia que baña la ciudad fuera conspira en ese encuentro. Estoy anclada en un sin sentido, en el limbo de lo paranormal y en un estado neutral de pensamiento. Este sin sentir es enfermizo, pero con una mirada se que encontré mi lugar en el color de tus ojos, porque parece que la primavera ha nacido en ellos. Observo que estoy calada hasta los huesos por toda la saliva que no hemos malgastado en besos. No consigo entender que no exista meridiano que me parta en dos y tú rompas mis esquemas. Lo que tengo muy claro es que es un placer complicarme la vida contigo. No voy a huir, pero tampoco correré detrás de ti, porque estoy en el mismo lugar y tú ya sabes el camino.
Quiero que sepas que nada de lo que te diga estará a la altura de lo que siento.
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